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  • Foto del escritorLeo Dorta - Borealis

Bután: la economía de la felicidad

«La felicidad es la finalidad última de la existencia humana» Aristóteles


De alguna manera, buscamos la anhelada sensación que se experimenta cuando todo va bien. Soñamos con ese estado mental que nos invade cuando ocurre lo que se ajusta a nuestras expectativas. La felicidad supone el santo grial de las sociedades modernas. Quizás por lo remoto de su existencia permanente o por lo platónica que resulta desde el individualismo que reina en medio del estrés, la ambición material y el culto a la imagen.


En cambio, resulta curioso observar cómo cada día colocamos nuestro foco de atención en aspectos que nos alejan de la añorada felicidad. Tomamos decisiones centradas en el “tener” e ignoramos aquellas que nos conectan con el “ser”. Pero es justo ahí donde encontramos la felicidad real: en lo que somos con lo que nos rodea, y no en lo que tenemos frente a lo que tienen aquellos que nos rodean.


Un bonito ejemplo de trabajo por la felicidad lo encontramos en Bután, un pequeño reino situado en la cordillera del Himalaya al sur de Asia. Desde el año 1972 su entonces rey Jigme Singye Wangchuck determinó que la riqueza de esta nación dejaba de medirse por el PIB (Producto interior bruto) para hacerlo por un nuevo concepto denominado FIB (Felicidad interna bruta).


Fuente: bioguia.com

Como cualquier país todos sus esfuerzos se han centrado a lo largo de los años en mejorar la riqueza nacional. La diferencia que encontramos en Bután es notable, ya que para ellos ser ricos significa contar con altos índices de felicidad en la población. De esta forma, todos los recursos - la educación, la política, las inversiones, las prioridades, etc. - se redirigen al logro de este objetivo.


En la escuela se aprende a ser feliz. Se trabaja atendiendo a los pequeños detalles y desde la gratitud. Compartir, colaborar, el cuidado mutuo y el de los recursos naturales son hábitos comunes entre los conciudadanos. La política está al servicio de los valores, no al contrario y las decisiones del gobierno están inspiradas en cuatro pilares esenciales:


  1. Desarrollo socio-económico sostenible y equitativo

  2. La preservación y promoción de la cultura

  3. La conservación del medio ambiente

  4. El buen gobierno


En este pequeño y remoto rincón del mundo han encontrado la forma de obtener la renta per cápita de felicidad más alta del mundo. Decidieron medir lo que es realmente importante, y lo que se mide tiene un efecto directo en las acciones. El resultado es una sociedad más consciente, que valora lo esencial y respeta el entorno en toda su amplitud desde la más absoluta humildad. No por casualidad se convirtió en el primer país del mundo con emisiones negativas de gases de efecto invernadero.


Bután simplemente se atrevió a dar el valor a lo que de verdad aporta armonía y satisfacción real al ser humano: aceptar, valorar, respetar, cuidar y vivir la belleza de lo sencillo, ahora. Y como se puede verificar a través de su propia experiencia, de lo simple brota lo extraordinario.

 

Compartimos la entrevista que Thakur S. Powdyel, exministro de Educación del Reino de Bután, concedió al periódico La Vanguardia en 2016


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